miércoles, 28 de julio de 2010

Tu juego. Mi regla. Mi condición.

Como casi todas las noches, después de mis charlas contigo, me dejas sumida en los más profundos planteamientos y dejando un caos aun más pronunciado en mi vida.


Te estás convirtiendo en una adicción, que nubla mis sentidos y mis sentimientos. Hace apenas dos meses eras casi un total desconocido, y aunque en parte lo sigues siendo, en estos dos meses has conseguido sacarme de la cabeza buena parte de lo que me atormentaba, aunque me has metido otras, que me atormentan de igual manera. Pero este tormento es benigno, lo sé, porque lo necesito ahora más que nunca. Y sé que no me hace daño.

Cada vez que cierras la puerta de mi alcoba y desapareces, me dejas sumida en el más placentero de los sueños, y anhelando que vuelva la noche para que vuelvas a entrar sigiloso en mi dormitorio. Cada noche me sorprendes con un juego nuevo, y aunque siempre soy reticente a jugar, terminas por convencerme, y nunca me arrepiento de hacerlo, bueno sí, a veces, pero siempre es demasiado tarde para echarme atrás.

Hace calor, aunque esta noche ha llovido, en el reloj del viejo campanario de la iglesia acaba de sonar las 4, puedo verlo desde el ventanal que tengo a mi izquierda, sentada sobre mis piernas con la espalda apoyada en mi almohada contra la pared y mi portátil en mis piernas. La luz de la farola de la calle ilumina el dormitorio, es suficiente para ver, siempre me ha gustado la oscuridad, la noche, el silencio, aunque no me acostumbro a esta calor del sur. Mis sábanas están revueltas, tal y como las dejé esta mañana. Todas las mañanas me digo que de esa no pasa que haga la cama, pero me gustan como están. No te voy a decir que dibujo tienen, porque sé que te ibas a reír, pero me gustan, hacen que me sienta como en casa, aunque estoy en casa. A mi derecha mi desordenado escritorio, mis libros, mis cuadernos, mis lápices de colores, mi trabajo. Encima mi estantería, a duras penas se mantiene, tiene tantas cosas encima que cualquier día pienso que todo terminara por los suelos, no pienso describirla porque son tantas cosas que me llevaría una vida, mi vida, demasiados recuerdos para una sola noche. En la pared, esa foto que sabes que tanto me gusta, tu Pont Neuf, tu Sena. Esa foto que tantas veces te he descrito, que tantas veces me has descrito, y por la que tantas veces hemos paseado.

Ayer me pediste algo, esas cosas que después de decirte que sí, sé que me voy a arrepentir, pero no puedo dejar de hacerlas, y las hago con esa sonrisa en mi cara, pensando que cara pondrías si me vieras en ese momento. Llevo el pijama de dos piezas, ese. Me has hecho soltar una carcajada de solo imaginarte. Sabes de sobra que hace que me sienta incomoda, y hace sentirse incomodo a cualquiera que me vea con él, te conté lo del vecino del primero, ¿lo recuerdas?. Ese que hace que te quedes en silencio, mirándome, con esa expresión burlona en tu cara cuando me ves con él. El que no quieres que me ponga, porque dices que hace aflorar tus instintos más primitivos. Ese.

Es tu juego, pero esta noche yo pongo las reglas, mis reglas, mis condiciones.

Llevo el pelo recogido con una cinta, hace calor para llevarlo suelto, además de esa manera dejo mi cuello a tu entera visión. Sé que te gusta, se me eriza el vello de solo pensar en sentir tu aliento sobre él, en sentir como lo recorres con tus labios, desde el lóbulo de mi oreja hasta mi hombro apartando la poca tela que lo cubre, solo rozándome con las yemas de tus dedos. Todas las noches entras sigiloso te acercas y me das un beso en la mejilla desde atrás, eso me sobresalta, lo sabes, y lo arreglas abrazándome y apretándome contra tu pecho, dejando que te sienta en mi espalda, negándome la oportunidad de darme la vuelta y corresponder a ese abrazo y ese beso como se merecen. Es tu juego, tu condición, pero esta noche yo pongo las reglas.

Esta noche tus manos no tienen más remedio que tocar mi piel, mi pijama es demasiado corto para tapar mi vientre y mis manos sobre las tuyas impiden que te separes tan rápido de mí, como tú quisieras. Sé que si consigo mantenerte unos segundos será tu perdición, y la mía, pero es tu juego, y esta noche pongo yo las reglas.

Sé que solo tengo que cerrar los ojos y dejar que me huelas, dejar que tus labios vuelvan a posarse sobre mi cuello, que ahora te ofrezco con total sumisión. Ya no necesito mantener mis manos sobre las tuyas, sé que no me soltaras, se que ansias lo mismo que yo, quiero, necesito sentir tus manos recorrer mi vientre y sentirlas subir hasta apretar mis senos, necesito sentir tu caricia, las yemas de tus dedos recorriendo cada centímetro de mi piel, necesito que mis pechos sientan tus manos, necesito sentir como se erizan mis deseos y como los haces tuyos. Necesito que sientas como late mi corazón bajo tus manos, porque eres tu quien lo hace latir con tanta fuerza, necesito que seas tú quien calmes la sed que recorre mi cuerpo antes de que vuelvas a dejarme a solas con mis pensamientos.

Esta noche lo harás, es tu juego. Querías entrar y leer antes de venir a verme. Antes de entrar como cada noche sigiloso en mi dormitorio.

Esta noche sabes de antemano lo que llevo puesto, sabes cómo te espero y sabes lo que deseo, es tu juego, pero esta noche yo he puesto las reglas.

Mi regla.

Mi condición.

2 comentarios:

  1. Sola, pero feliz!!
    Sola, pero satisfecha!!
    Sola, pero colmada!!
    Sola, pero mi interior huele a ti!!
    Sola, pero no podría ser de otra manera!!

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  2. Jugar contigo se ha convertido en el mayor de los regalos.

    Sorprendido!! Feliz!! Y deseando volver a jugar!!

    Tu más ferviente peluche!!

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